martes, 27 de abril de 2010

El Ultimo Guerrero


Inmóvil se sienta a horcajadas en su harapiento caballo, solo las frías bocanadas quiebran el silencio de un negro invierno de antiguos arboles desnudos.
El caballo jadeante y cojo, permanece con su cabeza baja y las orejas aplanadas por el sonido de una jauría lejana, con el hombre en su espalda y todas sus armas ya perdidas.

Ignorando el sangrado de salvajes heridas que se mezclan con su pintura de guerra. Los ojos del bravo guerrero arden con ferocidad mientras se esfuerza por encontrar el signo que busca...

Detrás el sonido del enemigo se cierne sobre él cada vez más cerca. Al fin, la fe se ve recompensada, él ve en la lejanía, en el profundo valle, llegando a la orilla del torrentoso rio, una gran osa con dos traviesos cachorros:Para enseñarles a atrapar al escurridizo salmón, conduciéndolos hacia sus antiguos desovaderos.
Calladamente, el herido guerrero ofrece su oración final al eterno Clan del Oso. Tótem y Guardián de su tribu asesinada en batalla.
El enemigo, exultante, casi se cierne sobre él, aun así el no vuelve su mirada atrás: el solo ve al gran espíritu, rodeándolo tiernamente en un cariñoso y firme abrazo.
Mientras el enemigo se acerca, el se incorpora; su voz suena fuerte y clara, resonando por toda la tierra hasta el distante y despejado cielo.
Un último y desafiante grito de guerra, mientras espolonea su caballo y salta… …al mundo de sus antepasados.

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